domingo, 30 de octubre de 2016

TCP/IP


Podemos decir que, sin él, posiblemente sí existiría una red global de comunicaciones electrónicas, pero que sin lugar a dudas no podríamos llamarla Internet, ya que el protocolo TCP/IP es el corazón que permite mover la red de redes, facilitando que todos los dispositivos conectados puedan localizarse y dialogar entre ellos.

La unión de dos protocolos
tcp-ip 
El TCP/IP nace, de hecho, de la unión de dos protocolos distintos: el Transmission Control Protocol (TCP) y el Internet Protocol (IP).

El TCP fue creado en 1974 por Vinton Cerf y Robert Kahn, y es el protocolo encargado de asegurar que los datos emitidos desde un dispositivo conectado a la red, van a llegar a su destino y que, además, llegarán con la cantidad necesaria de información para establecer su orden dentro de la comunicación que se quiere hacer llegar.

El IP trabaja a un nivel un poco más bajo que el TCP, permitiendo crear la conexión bidireccional entre destino y origen de la comunicación.

Sobre estos dos protocolos, los cuales van siempre unidos en tándem y ya son inseparables, se construyen todos los servicios que puede ofrecer Internet, como HTTP (Web), el FTP o el Telnet, por citar solo algunos.

El modelo de protocolos de Internet, en el cual se enmarca el binomio TCP/IP, se construye siguiendo el modelo de red OSI (Open System Interconnection), una estructura que define cómo deben ser las comunicaciones en una red de comunicaciones electrónicas de datos.

Funcionamiento

El TCP/IP se basa en una premisa: la red no es confiable. La información se desmenuza en paquetes, pequeños trozos que se meten en contenedores, los cuales contienen la información suficiente para llegar a destino y reconstruir allí el mensaje.

Además, cada paquete es transportado de forma independiente a los demás, de manera que si un nodo intermedio que está siendo utilizado para la comunicación, cae, los paquetes pueden ser enviados por otro camino.

Por ello, Internet es una red resistente que puede aguantar incluso catástrofes naturales, siempre y cuando quede en pié una parte de la red suficiente para hacer llegar los mensajes.

Esta versatilidad también tiene su parte legendaria, que dice que el protocolo y la red fueron concebidos en Estados Unidos para que pudieran aguantar un ataque nuclear por parte de la URSS, con la consiguiente pérdida de centros de datos. Sea verdad o mentira, lo cierto es que es algo muy plausible...

Cada ordenador o dispositivo conectado a la red recibe una dirección IP, consistente en cuatro grupo de números cada uno de los cuales no puede superar en ningún caso el valor de 255, separados entre ellos por puntos.

Por ejemplo, una dirección IP válida sería 179.17.0.113 .

Como no hay suficientes direcciones para dotar a cada dispositivo existente en el mundo de una dirección IP, lo que se hace es un sistema de enmascaramiento, con direcciones IP públicas y otras privadas.


Así, por ejemplo, el router de mi casa tiene una dirección IP pública, que es la única que se mostrará en Internet a los otros dispositivos, pero cada paquete de datos incluirá, además, un identificador del dispositivo concreto al cual va dirigido el paquete mismo, y que será identificado por el router por su IP privada.Podemos decir que, sin él, posiblemente sí existiría una red global de comunicaciones electrónicas, pero que sin lugar a dudas no podríamos llamarla Internet, ya que el protocolo TCP/IP es el corazón que permite mover la red de redes, facilitando que todos los dispositivos conectados puedan localizarse y dialogar entre ellos.

La unión de dos protocolos



El TCP/IP nace, de hecho, de la unión de dos protocolos distintos: el Transmission Control Protocol (TCP) y el Internet Protocol (IP).

El TCP fue creado en 1974 por Vinton Cerf y Robert Kahn, y es el protocolo encargado de asegurar que los datos emitidos desde un dispositivo conectado a la red, van a llegar a su destino y que, además, llegarán con la cantidad necesaria de información para establecer su orden dentro de la comunicación que se quiere hacer llegar.

El IP trabaja a un nivel un poco más bajo que el TCP, permitiendo crear la conexión bidireccional entre destino y origen de la comunicación.

Sobre estos dos protocolos, los cuales van siempre unidos en tándem y ya son inseparables, se construyen todos los servicios que puede ofrecer Internet, como HTTP (Web), el FTP o el Telnet, por citar solo algunos.

El modelo de protocolos de Internet, en el cual se enmarca el binomio TCP/IP, se construye siguiendo el modelo de red OSI (Open System Interconnection), una estructura que define cómo deben ser las comunicaciones en una red de comunicaciones electrónicas de datos.

Funcionamiento

El TCP/IP se basa en una premisa: la red no es confiable. La información se desmenuza en paquetes, pequeños trozos que se meten en contenedores, los cuales contienen la información suficiente para llegar a destino y reconstruir allí el mensaje.

Además, cada paquete es transportado de forma independiente a los demás, de manera que si un nodo intermedio que está siendo utilizado para la comunicación, cae, los paquetes pueden ser enviados por otro camino.

Por ello, Internet es una red resistente que puede aguantar incluso catástrofes naturales, siempre y cuando quede en pié una parte de la red suficiente para hacer llegar los mensajes.

Esta versatilidad también tiene su parte legendaria, que dice que el protocolo y la red fueron concebidos en Estados Unidos para que pudieran aguantar un ataque nuclear por parte de la URSS, con la consiguiente pérdida de centros de datos. Sea verdad o mentira, lo cierto es que es algo muy plausible...

Cada ordenador o dispositivo conectado a la red recibe una dirección IP, consistente en cuatro grupo de números cada uno de los cuales no puede superar en ningún caso el valor de 255, separados entre ellos por puntos.

Por ejemplo, una dirección IP válida sería 179.17.0.113 .

Como no hay suficientes direcciones para dotar a cada dispositivo existente en el mundo de una dirección IP, lo que se hace es un sistema de enmascaramiento, con direcciones IP públicas y otras privadas.

Así, por ejemplo, el router de mi casa tiene una dirección IP pública, que es la única que se mostrará en Internet a los otros dispositivos, pero cada paquete de datos incluirá, además, un identificador del dispositivo concreto al cual va dirigido el paquete mismo, y que será identificado por el router por su IP privada.

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