Podemos decir que, sin él,
posiblemente sí existiría una red global de comunicaciones electrónicas, pero
que sin lugar a dudas no podríamos llamarla Internet, ya que el protocolo
TCP/IP es el corazón que permite mover la red de redes, facilitando que todos
los dispositivos conectados puedan localizarse y dialogar entre ellos.
La unión de dos protocolos
El TCP/IP nace, de hecho, de la
unión de dos protocolos distintos: el Transmission Control Protocol (TCP) y el
Internet Protocol (IP).
El TCP fue creado en 1974 por
Vinton Cerf y Robert Kahn, y es el protocolo encargado de asegurar que los
datos emitidos desde un dispositivo conectado a la red, van a llegar a su
destino y que, además, llegarán con la cantidad necesaria de información para
establecer su orden dentro de la comunicación que se quiere hacer llegar.
El IP trabaja a un nivel un poco
más bajo que el TCP, permitiendo crear la conexión bidireccional entre destino
y origen de la comunicación.
Sobre estos dos protocolos, los
cuales van siempre unidos en tándem y ya son inseparables, se construyen todos
los servicios que puede ofrecer Internet, como HTTP (Web), el FTP o el Telnet,
por citar solo algunos.
El modelo de protocolos de
Internet, en el cual se enmarca el binomio TCP/IP, se construye siguiendo el
modelo de red OSI (Open System Interconnection), una estructura que define cómo
deben ser las comunicaciones en una red de comunicaciones electrónicas de
datos.
Funcionamiento
El TCP/IP se basa en una premisa:
la red no es confiable. La información se desmenuza en paquetes, pequeños
trozos que se meten en contenedores, los cuales contienen la información
suficiente para llegar a destino y reconstruir allí el mensaje.
Además, cada paquete es
transportado de forma independiente a los demás, de manera que si un nodo
intermedio que está siendo utilizado para la comunicación, cae, los paquetes
pueden ser enviados por otro camino.
Por ello, Internet es una red
resistente que puede aguantar incluso catástrofes naturales, siempre y cuando
quede en pié una parte de la red suficiente para hacer llegar los mensajes.
Esta versatilidad también tiene
su parte legendaria, que dice que el protocolo y la red fueron concebidos en
Estados Unidos para que pudieran aguantar un ataque nuclear por parte de la
URSS, con la consiguiente pérdida de centros de datos. Sea verdad o mentira, lo
cierto es que es algo muy plausible...
Cada ordenador o dispositivo
conectado a la red recibe una dirección IP, consistente en cuatro grupo de
números cada uno de los cuales no puede superar en ningún caso el valor de 255,
separados entre ellos por puntos.
Por ejemplo, una dirección IP
válida sería 179.17.0.113 .
Como no hay suficientes
direcciones para dotar a cada dispositivo existente en el mundo de una
dirección IP, lo que se hace es un sistema de enmascaramiento, con direcciones
IP públicas y otras privadas.
Así, por ejemplo, el router de mi
casa tiene una dirección IP pública, que es la única que se mostrará en
Internet a los otros dispositivos, pero cada paquete de datos incluirá, además,
un identificador del dispositivo concreto al cual va dirigido el paquete mismo,
y que será identificado por el router por su IP privada. Podemos decir que, sin él,
posiblemente sí existiría una red global de comunicaciones electrónicas, pero
que sin lugar a dudas no podríamos llamarla Internet, ya que el protocolo
TCP/IP es el corazón que permite mover la red de redes, facilitando que todos
los dispositivos conectados puedan localizarse y dialogar entre ellos.
La unión de dos protocolos
El TCP/IP nace, de hecho, de la
unión de dos protocolos distintos: el Transmission Control Protocol (TCP) y el
Internet Protocol (IP).
El TCP fue creado en 1974 por
Vinton Cerf y Robert Kahn, y es el protocolo encargado de asegurar que los
datos emitidos desde un dispositivo conectado a la red, van a llegar a su
destino y que, además, llegarán con la cantidad necesaria de información para
establecer su orden dentro de la comunicación que se quiere hacer llegar.
El IP trabaja a un nivel un poco
más bajo que el TCP, permitiendo crear la conexión bidireccional entre destino
y origen de la comunicación.
Sobre estos dos protocolos, los
cuales van siempre unidos en tándem y ya son inseparables, se construyen todos
los servicios que puede ofrecer Internet, como HTTP (Web), el FTP o el Telnet,
por citar solo algunos.
El modelo de protocolos de
Internet, en el cual se enmarca el binomio TCP/IP, se construye siguiendo el
modelo de red OSI (Open System Interconnection), una estructura que define cómo
deben ser las comunicaciones en una red de comunicaciones electrónicas de
datos.
Funcionamiento
El TCP/IP se basa en una premisa:
la red no es confiable. La información se desmenuza en paquetes, pequeños
trozos que se meten en contenedores, los cuales contienen la información
suficiente para llegar a destino y reconstruir allí el mensaje.
Además, cada paquete es
transportado de forma independiente a los demás, de manera que si un nodo
intermedio que está siendo utilizado para la comunicación, cae, los paquetes
pueden ser enviados por otro camino.
Por ello, Internet es una red
resistente que puede aguantar incluso catástrofes naturales, siempre y cuando
quede en pié una parte de la red suficiente para hacer llegar los mensajes.
Esta versatilidad también tiene
su parte legendaria, que dice que el protocolo y la red fueron concebidos en
Estados Unidos para que pudieran aguantar un ataque nuclear por parte de la
URSS, con la consiguiente pérdida de centros de datos. Sea verdad o mentira, lo
cierto es que es algo muy plausible...
Cada ordenador o dispositivo
conectado a la red recibe una dirección IP, consistente en cuatro grupo de
números cada uno de los cuales no puede superar en ningún caso el valor de 255,
separados entre ellos por puntos.
Por ejemplo, una dirección IP
válida sería 179.17.0.113 .
Como no hay suficientes
direcciones para dotar a cada dispositivo existente en el mundo de una
dirección IP, lo que se hace es un sistema de enmascaramiento, con direcciones
IP públicas y otras privadas.
Así, por ejemplo, el router de mi
casa tiene una dirección IP pública, que es la única que se mostrará en
Internet a los otros dispositivos, pero cada paquete de datos incluirá, además,
un identificador del dispositivo concreto al cual va dirigido el paquete mismo,
y que será identificado por el router por su IP privada.
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